Lo innatural o artificial puede
definirse como aquello que, a diferencia de lo natural, es creado o modificado
por la mano del hombre. Es frecuente y normal hacer esa distinción. Sin embargo,
menos habitual es llegar a la conclusión de que lo artificial también hace
parte de la naturaleza. Es decir, toda obra fabricada por el hombre, por más sencilla
o elaborada que pueda llegar a ser, está hecha por materiales que en algún
primer momento fueron necesariamente recabados de nuestro planeta, de la madre
naturaleza. El hombre en sí por supuesto no es ninguna máquina ni creación
artificial, sino así mismo un ser, producto de la Tierra y, junto con todas sus
abstracciones metafísicas y conjuntamente con el resto de la vida animal y
vegetal del planeta parte integral de un mismo universo. En otras palabras, y
no es un ningún contrasentido, tal y como lo expresó el poeta alemán Goethe:
“también lo innatural es naturaleza”
Es el pensamiento del
hombre el que de manera arbitraria hace las distinciones con calificativos al
pretender colocar la vida humana en un pedestal separándola del resto de la existencia
gracias a algún supuesto don o derecho divino concedido precisa y únicamente a
nuestra especie. Incluso ciertas conductas o actos son considerados como
innaturales o contranaturales por algunos, sin embargo olvidando que todo lo
que el hombre hace es porque la madre naturaleza, aun a su propio detrimento
así como al del hombre, se lo permite. Siendo el hombre un producto de la
naturaleza, ¿no es acaso lo que crea necesariamente también natural? ¿Cómo
puede lo que proviene de la naturaleza elaborar algo innatural? ¿O es que es
tan solo cuestión de definiciones y semántica?
Para obtener una mejor
comprensión con respecto a aquello que vulgarmente viene denominado como “sobrenatural”
cabe emplear el mismo tipo de razonamiento. Existe una desconexión y
fragmentación en la mente humana que conduce a esta desafortunada visión
separativa del cosmos la cual de manera arbitraria pretende separar lo natural
de lo natural, o como si el universo con el cual convivimos no fuese parte de
nuestra realidad. Y es este el punto: lo sobrenatural no se refiere a algo
inexistente, inaccesible o meramente imaginario, sino a aquella parte de la
realidad la cual por virtud de su propia condición está lejos de la
cotidianidad y se halla fuera del control del hombre.
Esa arrogancia con la cual
el ser humano se privilegia ante el resto de la vida en el planeta, e incluso ante
el universo, es la principal razón por la que tiende a considerar aquellos
fenómenos insólitos, desconocidos y fuera de su dominio calificándolos despectivamente
como sobrenaturales y por lo tanto no dignos de consideración seria. Precisamente
por la sencilla razón de que eluden su comprensión y presencia. Es juzgar al infinito
universo negando, en nuestra insolencia, que aún tenemos mucho por conocer, y olvidando,
en nuestra soberbia, que es la humanidad la que es hija de la naturaleza y no el
contrario.
“No hay nada sobrenatural en la naturaleza.
Solo hay hechos desconocidos, pero lo que era desconocido ayer tiende a
convertirse en la verdad de mañana”
Camille Flammarion, Astrónomo francés
No comments:
Post a Comment