Aunque
ha habido periodos y sociedades en donde el poder religioso era en sí el
Estado, y otros tiempos en donde la influencia religiosa se ha visto
disminuida, la realidad es que históricamente la religión y la política siempre
han ido de la mano. Los gobernantes han justificado sus políticas y su posición
de autoridad ante el resto de la sociedad mediante el aval divino concedido por
el poder religioso; y la casta sacerdotal a su vez mantenía su estado de
privilegio gracias al apoyo de la clase gobernante. La una se ha justificado
con la otra en el compartido interés por mantener a la población ignorante en
aras de facilitar su dominación.
Las
primeras fracturas que influyeron en la separación entre Estado e Iglesia en occidente
surgen con el Humanismo durante el Renacimiento, proceden con la Reforma
Protestante de Martin Lutero, y con las revoluciones francesa y americana el
poder de la Iglesia entra en definitivo declive. Determinantes en esa ruptura
también fueron los descubrimientos de Copérnico y Galileo, cuando sus teorías
sobre el universo demostraron, eventualmente, que efectivamente la fe y la
doctrina religiosa no eran superiores a la ciencia y a la razón.
Con
Galileo nace el método científico moderno, es decir el estudio de la naturaleza
mediante el rigor de la experimentación y la observación sin prejuicios de los
fenómenos y la evidencia, en lugar de dogmas y principios supuestamente
inviolables como imponía la Iglesia. A este respecto es esclarecedor una
acotación da Carl Sagan, mundialmente reconocido astrofísico, escritor estadounidense
y también asesor de la NASA, cuando algunos años atrás durante una entrevista
en un programa televisivo dijo lo siguiente: “Pienso que la esencia del método
científico es la voluntad de admitir que estás equivocado, la voluntad de
abandonar las ideas que no funcionan. Y la esencia de la religión es no cambiar
nada. Supuestas verdades son entregadas por alguna figura reverenciada y
entonces nadie se supone que haga algún progreso mas allá de eso, porque toda
la verdad se cree que está en la mano." Galileo concluye que Dios nos dotó
con sentido, palabras e intelecto precisamente para que con su uso adquiriésemos
información.
El
Renacimiento lleva ese nombre porque fue el periodo durante el cual la
civilización occidental comenzó a resurgir tras mil años de estancamiento
cultural y socioeconómico. Aquellos fueron mil años regresivos durante los cuales
no solamente religión y Estado eran uno solo, sino también lo eran la fe y la
razón. Es sólo cuando el intelecto se separó de la tiranía del dogma que mejoró
la condición humana: renacieron la cultura, las artes, la literatura y la
ciencia; regresó la creatividad y el progreso. Aunque en tiempos modernos
muchas naciones han estado gradualmente transitando hacia Estados oficialmente
laicos, la realidad es que esa colusión que siempre ha existido entre poder
religioso y político nunca ha cesado, y aun subyace en la mayoría de las
sociedades actuales con la resultante de confundirnos en erróneamente equiparar
la religión con la espiritualidad, y la autoridad con la verdad.
“La política y la religión son obsoletas;
ha llegado el tiempo de la ciencia y la espiritualidad”
Sri Pandit Jawaharlal Nehru (1889-1964) Político
indio.
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